Un restaurante que era un espectáculo

26 noviembre, 2020

restaurante Portofino

Hoy recordamos a un restaurante que era propiedad del grupo musical Los Indios y en donde por aquel entonces (1978) actuaba una joven estrella del momento: Johnny Monte. Siguiendo con la serie de notas publicada por el diario ABC, en febrero de ese año, bajo el título La cena fuera de caza, en esta oportunidad presentamos la reseña que hizo de Portofino, ubicado en 14 de Mayo y Jejuí.

“En un hermoso local situado en 14 de Mayo y Jejuí, frente a la Plaza Italia, se encuentra el restaurante «Portofino», en donde por ahora recibe personalmente a los clientes el popular Juanito Alfonso (Johnny Monte), ya que, al parecer, el local es propiedad del conjunto «Los Indios». La atención es buena, la comida también, pero a la hora de pagar la cuenta, el cliente se encuentra con que se le cobra 400 guaraníes por persona por derecho de espectáculo…

La vista exterior del restaurante «Portofino» es llamativa. Se encuentra en una esquina, en un terreno elevado en relación a la calle, frente a una plaza, con un patio amplio y bien aprovechado. Para los días de invierno, el local dispone de un salón relativamente amplio, con adecuado sistema de aireación. Conviene recordar que antes de «Portofino» ya funcionaron otros restaurantes con nombres diferentes que fueron a pique a falta de una clientela firme.

En un costado del patio, se encuentra el escenario para la actuación de los artistas; el mismo es funcional, aunque sin decoraciones especiales. La principal decoración del patio es un grande y añoso árbol que está adornado con luces en sus múltiples ramas.

Tanto el mobiliario como la mantelería y la vajilla son impecables, las mesas y sillas son modernas y confortables. Los platos, vasos, cuchillos y tenedores están acordes con la categoría del lugar. De las instalaciones higiénicas tampoco puede criticarse, ya que los baños cuentan con todos los elementos exigidos por las normas de urbanidad e higiene. Los mozos se desempeñan correctamente, aunque los días sábados, en que el número de clientes aumenta, su actuación es deficiente porque no pueden atender a tanta gente. En dichos días, el restaurante debería elevar la cantidad de mozos para que la atención no se resienta. En los días de entresemana, la atención es rápida y preferente.

COMIDAS Y BEBIDAS

La oferta de platos es muy variada en «Portofino». Como entrada, el cliente tiene varias posibilidades por ejemplo, sardina con cebolla, palmito con jamón, mayonesa de ave, etc, con precios que rodean los 200 guaraníes. Hay luego varios platos «del día» que pueden ser: pato a la naranja con puré de manzana (350 G), canelones de huita (250) o lomito a la Portofino (350).

El restaurante también ofrece varios platos en base a pescados y mariscos, tales como surubí al curry, pescado al escabeche, pulpo a la Portofino, etc, cuyos precios van de 250 a 450 guaraníes. En lo correspondiente a pastas, comida italiana, el lugar ofrece capeletti a la Portofino, ravioles de ricota al tuco, pizza a la napolitana, vermiceli a la bongole y otras. Ha algunos platos un tanto raros como broyoleta a la trinacría, que cuesta 400 guaranís. En general, los precios que figuran en la carta son aceptables, aun cuando a la hora de pagar a veces ocurre que dichos precios se ven un poco o mucho incrementados en la cuenta.

En el rubro de bebidas, la oferta, cono es de esperar es variada, se puede pedir cualquier tipo de whisky, cerveza, vinos nacionales e importadores, licores o champaña, según cuánto se esté a pagar. El servicio de los vinos es correctos, la presentación también, aunque cabe destacar que los precios de las bebidas están por encima de los habituales en este tipo de lugares de cena y esparcimiento. Un vino argentino cuesta 600 guaraníes, un francés 1.200, un español ronda los 900 y así sigue la escala.

A VER A JOHNNY MONTE

Muchos de los clientes de «Portofino» acuden al lugar «para ver a Johnny Monte», es decir al popular Juanito Alfonso, quién de este modo aprovecha la fama obtenida sobre todo por haber ganado el último festival mundial de la canción realizado en Japón. El mismo Juanito Alfonso da pie a esta interpretación pues recibe a la gente a la entrada del restaurante y la ayuda a ubicarse constituyendo esto, seguramente, una de las razones por las cuales se cobra tan caro el derecho de espectáculo.

Yendo al espectáculo en sí, el mismo gira en torno a la actuación central de Juanito Alfonso primero y de «Los Indios» después. Entretanto actúan otros artistas como el Ballet Folclórico e Internacional Acuario, que debe hace maravillas en un escenario tan pequeño presentando danzas típicas y de las otras, en una forma no siempre la más acertada considerando las características del lugar.

Aparentemente para llenar un poco de tiempo, también actúa el veterano Samuel Aguayo, quien lo hace no sólo con más cancha que la de la Ligara Paraguaya, sino que también se presenta como humorista, al introducir chistes y frases graciosas entre una canción y otra. Diana Peris también ocupa el escenario para completar el show de la casa, en su estilo peculiar.

Los números fuertes son Juanito Alfonso y «Los Indios», el primeo se gana la simpatía del público (sobre todo de las mujeres), con su estilo romántico, sus insinuaciones de timidez y su sonrisa de muchacho bueno. «Los Indios» (Juanito Alfonso, Juan Alfonso, Chinita Montiel y Eligio Palacio) cierran el espectáculo con varias canciones del país y del repertorio internacional, despertando entusiasmo en los clientes quienes por estar en ese lugar y por haber pagado 400 Gs por persona por «derecho de espectáculo» (casi tanto como el precio de una entrada a un festival de categoría) se sientan con ánimo de ser generosos con los aplausos”.

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