La inestabilidad del tiempo (frío y lluvias persistentes) que estuvo presente durante todo el fin de semana le jugó una mala pasada a la Feria Gastronómica Paladar que no pudo reprisar su multitudinario éxito de las ediciones pasadas. No contamos con los datos oficiales pero resultó evidente que no habrán llegado a los 15 mil asistentes que tuvieron en el 2017. Aun así, la concurrencia no fue despreciable y el evento pese a algunos inconvenientes técnicos siempre brilla por su excelente organización.
Fue la primera vez, en cuatro años, que un clima así coincidió con la realización de la feria. Siempre se realizó en la misma época del año y el calor y el buen tiempo todas las veces acompañó las anteriores ediciones. Paladar desde sus comienzos siempre se caracterizó por una extraordinaria convocatoria. Una multitud se reunía en los tres días de la feria y cada año esta actividad superaba sus récords de asistencia.
Las lluvias afectaron sensiblemente al sector de las parrillas que se ubicaron a cielo abierto, por el tema, de que no se pueden hacer fogatas bajo techo. Y si bien, los puestos de venta se agenciaron para paliar la situación, el público en el primer día tenía que estar a la intemperie. Con lo cual se reducían las posibilidades de éxito en las ventas. Ante esta dificultad se montaron carpas especiales. Los que se ubicaron dentro del gran salón del Centro de Convenciones del Mariscal López, no tuvieron el mismo problema. Pero ya sabemos, como el frío y las lluvias ralentizan el movimiento de la población asunceña.
La falta de una masiva concurrencia no solo afectó en el nivel de las entradas sino también en el nivel de ventas de los puestos de comidas y otros expositores. No todos corrieron con la misma suerte que hubo en años anteriores. La ausencia del calor mermó también el consumo de cervezas pero acrecentó el de los tragos que aparecieron, casi masivamente en este año. La hamburguesa de Bacon, los ceviches de Sipan y los sándwiches de carnes desmechadas (cerdo, osobuco y cordero) de Talleyrand estuvieron entre los más solicitados. Alma fue uno de los más visitados del sector parrillas.
Y ya que tocamos el tema de los tragos, este ha sido una de las novedades de la feria. Hicieron casi una aparición en masa. Habilitaron cinco puestos, una de Fortín, Tres Leones, Mariano Domingo, Lupita y un puesto de Bombay Sapphire, un gin que hace su aparición en el mercado, que montó un coqueto stand luminoso que lució en todo su esplendor cuando el viernes por la noche un repentino y largo corte de luz afectó al evento. Hasta parecía que la situación se había generado ex profeso para que luzca el stand azul del citado gin.
Gastronómicamente, este año no se caracterizó por propuestas extraordinarias. El Chapori se limita desde el año pasado, a la cocina sencilla de Pozo Colorado y no estuvieron Fer Alhers, Colaso, Magon y Saavedra quienes solían esmerarse con algunas originalidades. De esa camada quedó José Torrijos de Takuare’e, quien presentó un delicioso surubí a la plancha. Y se acoplaron la gente de Musiu, cuyo Patacón con camarones estuvo muy delicioso, de la Bourgogne con su estofado a la francesa, Sipan con una selección de ceviches pero lo que más nos llamó la atención por lo novedoso fue el Salad Cake, una ensalada con forma y apariencia de torta, presentado por Mika Nishijima.
Lo más rescatable de la Feria Paladar siempre es su grado y nivel de organización. Desde la comunicación del evento y las acciones de marketing hasta el montaje final. La feria mejora cada año su ambientación. La tradicional y monótona disposición de puestos de comida uno al lado del otro cedió su paso a una disposición más armoniosa con el intercalado de puestos de ventas intermedios para romper la uniformidad, incluyendo puestos con zonas de mesas y sillas dentro del espacio principal.
Más que una jornada gastronómica, Paladar se constituye en un evento social. Más allá de lo que allí se pueda comer, la gente quiere estar presente, sobre todo la gente joven que es el público mayoritario. Se convirtió ya en un clásico. Y como tal, su interés va más allá del consumo y de la oferta gastronómica.