Una multitud se reunió ayer en la costanera de Asunción para conmemorar el 53 aniversario de la inmigración coreana en nuestro país. Hubo actividades artísticas, culturales y deportivas. Pero el principal atractivo fueron sin duda los puestos de comida que habilitaron. Abarrotados de comensales y según datos que aportaron los organizadores se vendió todo lo que pusieron a la venta.
Este dato no es menor, pues revela que esta cocina que estuvo auto aislada durante la mayor parte de su existencia en nuestro país, abandonó definitivamente esa especie de ostracismo en la que estaba y comienza a exponerse abierta y masivamente para tratar de enamorar al paladar de los asuncenos. Se calcula que un poco más de 10 mil personas asistieron ayer al evento. Miembros de la colectividad coreana y gran cantidad de nativos de todos los pelajes: personas mayores y jóvenes, hombres y mujeres, numerosas familias.
El evento se inició a las 11:00 y culminó casi entrada la noche. El clima acompañó la jornada. No se cumplieron los vaticinios de tormenta. Y el cielo encapotado contribuyó a hacer más llevadera la calurosa jornada. La entrada era libre y gratuita. Se instalaron cerca de 20 puestos gastronómicos que estuvieron atestados de gente, todo el tiempo.
Esta vez fue la segunda edición del Hanguk Festival. El año pasado también obtuvo una gran asistencia de público, pero la venta de productos gastronómicos no tanto éxito como en esta edición. Wilson Park, directivo de la Asociación Coreana del Paraguay, organizadora del evento, comentó que hasta las 18:00 los puestos de venta gastronómicos estuvieron muy activos. “Se vendió toda la comida”, expresó.
Cuando llegamos al lugar, bien pasado el mediodía, todavía existían largas filas ante los puestos de venta y era muy difícil transitar en el sector por la aglomeración de personas. Cerca de las 15:00 cuando nos retirábamos seguía el mismo cuadro de situación. Varios de los puestos estaban atendidos por algunos restaurantes coreanos de la ciudad pero la mayoría estuvieron a cargo de las diversas iglesias coreanas que existen en Asunción.
La oferta era muy variada pero lo que más abundaba era el asadito coreano. Una versión muy similar al asadito que conocemos, pero con preparaciones diferentes y utilización de aderezos distintos. Vimos a paraguayos y coreanos comer por igual y con similar fruición el toppoki, una pasta hecha de arroz acompañada de verduras varias y con una salsa roja de ají picante. El kimchi, la comida coreana más famosa, ya se había agotado a nuestra llegada.
El conocido restaurante Su, tenía un amplio stand a su disposición. El menú que ofrecía iba desde un simple pancho acompañado con salsas y aderezos especiales hasta el champong, una sopa de mariscos. Hablando de sopas vimos varias sopas Ramen, incluso una que venía pre cocida. Echaban el producto de un sobre en una sopa caliente y listo. No se puede dejar de mencionar el Bulgogi, unas tiras de carne vacuna que se marinan con salsa de soja, azúcar, aceite de sésamo y ajo. Y el colorido Bibimbap.
Los precios eran sumamente accesibles. Desde 5.000 guaraníes que costaba un asadito hasta los 30.000 de un plato como el champong. Las porciones eran normales, no mini. No se vendía alcohol porque el evento se realizó en un espacio público.
Hasta hace muy poco tiempo, la comida coreana, era una gran desconocida para la mayor parte de la población asuncena. Su expresión comercial estaba reducida al área de influencia del Mercado Cuatro, más allá de cuyos límites no existían locales gastronómicos coreanos. En esa zona, existían buenos restaurantes desde hace mucho tiempo. Frecuentados casi exclusivamente por coreanos.
Incluso Su, el restaurante más renombrado de comida coreana, tuvo que instalarse en las inmediaciones de Perú y Pettirossi siguiendo con la norma. Pero, ahora se mudó en las cercanías de San Martín y Mariscal López tratando de llevar su alta gastronomía hacia un polo gastronómico. Recientemente, se habilitó una moderna churrasquería coreana sobre Choferes del Chaco casi Las Perlas. Y sobre todo los jóvenes se acercaban a las parrillas coreanas del Mercado Cuatro.
El festival de ayer nos muestra que ahora existen mayores puntos de encuentros entre el comensal paraguayo y la cocina coreana. No solamente se acortaron las distancias sino que desaparecieron los prejuicios hacia una gastronomía que está ganando cada vez mayores adeptos.