El puré de garbanzo, el puré de berenjena, la cuajada acompañados de los bastoncitos de zanahoria
y el pan árabe para untar, una entrada triunfal a la cocina árabe.
El Club Sirio festejó el domingo pasado su 80 aniversario de fundación. Aprovechó la oportunidad para agasajar a los socios fundadores ofreciendo un almuerzo con comida árabe (siria libanesa) como suele hacer en ocasiones especiales. Estos eventos constituyen una ocasión única para disfrutar en toda su amplitud y calidad los platos de esa tradicional y antigua cocina.
La comida árabe en nuestro país y en especial en nuestra ciudad tardó muchos años para salir del cerrado circulo de los inmigrantes y sus familiares. La tradición culinaria se mantuvo gracias a la labor de las esposas e hijas de los inmigrantes que en grandes oleadas llegaron a Paraguay en las décadas del 30 y 40 del siglo pasado. El momento en que aparecía toda la parafernalia gastronómica árabe era cuando alguna actividad importante congregaba en la citada entidad.
El domingo pasado en sus instalaciones de Lambaré, el club Sirio reunió a una gran cantidad de su masa societaria para recordar a aquellos que fundaron la entidad. Dicho sea de paso, ninguno de ellos ya se encuentra con vida. Pero los familiares y amigos estuvieron presentes y aparte de las ceremonias de rigor, se sirvió un almuerzo que recorría toda la gastronomía árabe.
El menú se presentó en forma de buffet y su elaboración estuvo a cargo de la empresa Delicias de Juju y de Adalia Martínez, hija del recordado Miguel Ángel Martínez Yaryes. Como de costumbre las entradas fueron el pure de berenjena, el conocido Baba Ganuch y el pure de garbanzo o Humus. Ambos acompañados por supuesto del tradicional pan árabe. Y por supuesto también el labneh o queso de yogur. A menudo ocurre que los comensales suelen concentrarse en estos deliciosos platillos y casi no dejan espacio para lo más sustancioso que viene después.
En realidad, no se seguían pasos, sino que cada cual se servía a su gusto. Tradicionalmente, a lo mencionado siguen las sfijas o esas especies de empanadas que van rellenas de diferentes tipos de carne. Después puede realizar su aparición el famoso cupi o kibe, que es como una croqueta que se elabora a base de carne de cordero u otra proteína con trigo. Se puede cocinar al horno, fritando en aceite y puede servirse con una sopa a base de tomates.
El cupi o kibe se puede acompañar con el tabulé, la más conocida de las ensaladas árabes, que es un fresco preparado, a base de trigo, tomate, pepino, cebolla, perejil y menta, aderezados con limón, aceite de oliva y sal. No podemos olvidarnos de la presencia de las hojas de parra, que van rellenas de carne molida, arroz y cebolla, uno de los platos más conocidos de la cocina árabe.
Y otro de los platos de fondo fue el Mansaff, que es un guiso de arroz que se prepara con carne de cordero y de pollo rociado con frutos secos. También vimos algo parecido al Kishk, que se prepara con yogur y trigo y una masa que en conjunto tienen la apariencia de un capeletti con salsa blanca. El menú se cerró, por supuesto, con los dulces árabes representado por el Baklava el pastel elaborado con una masa de pistachos y nueces distribuida en una masa filo y bañado en miel.