La Sacristía siempre trata de sorprender con los nuevos vinos que trae para la venta. Ya sea porque provienen de bodegas que tienen historias muy peculiares o porque el producto resulta toda una excelente rareza. Lo cierto es que sin falta lo lleva a uno a nuevos terrenos por descubrir y el resultado es que uno queda encantando por las anécdotas que se entera, por la producción enológica y por la calidad de los vinos.

Días pasados tuvieron la oportunidad de presentar a la Bodega Frontonio, una casa española cuyos vinos puso a catar ante un selecto grupo de invitados, con la presentación del sommelier Roger Sordé Masip, quién está pintado para contar la historia de como surgen esos vinos y como llegan hasta nuestros paladares, ya que como esos vinos, es oriundo también de esas latitudes.

En primer lugar, la bodega y sus vinos provienen de una zona de España que no figuran entre las principales. Incluso son de una desconocida zona de Aragón. Se ubica en Ëpila, un municipio de Zaragoza, cuyo patrono era San Frontonio, de donde la bodega tomó su nombre.

Fue fruto de la inquietud y la unión de tres voluntades jóvenes, apasionados e innovadores que pensaban que la producción del vino debía recorrer nuevos derroteros o por lo menos salir de las normas comunes para llegar al nivel de finura que ellos pretendían. El alma mater era Fernando Mora quién aderezaba su pasión con el conocimiento al punto que llegó a convertirse en Master Of Wine.

Algunos detalles brindados en la presentación nos pueden dar una idea del diferente camino que habían tomado en la elaboración de sus vinos. Lo primero que hicieron fue adherirse a la tradición de esas tierras. Comenzaron a recuperar las viejas vides de las variedades nativas Garnacha y Macabeo, apelando a una agricultura orgánica. El viñedo más antiguo es de 1898 y veneran las cepas más viejas, menos productivas pero que dan una uva única.

Tal como se presentan en la página web de la bodega, son el vino de una tierra, el resumen de un paisaje. Pasión por las viñas viejas, vendimian a mano, mínima intervención, vinos de garaje. La bodega es una cueva subterránea de unos 200 años de antigüedad y de tres niveles, lo que les permite trabajar por gravedad y se benefician de una temperatura y humedad perfectas para el envejecimiento.

Uno al lado del otro, los vinos de las Bodegas Frontonio que días pasados fueron presentados por La Sacristía. Se trata de vinos españoles que salen del común denominador en la elaboración y ofrecer un tenor diferente de sabores a los que estamos acostumbrados.

Realizan una vinificación con muy poca intervención. Utilizan la tecnología solo donde es necesaria. Siempre buscan la opción más fácil, que es la naturaleza. Para la crianza de los vinos utilizan los tradicionales depósitos de cemento, que habían sido abandonados por muchos años.  También usan madera para criar los vinos “pero sin reglas”. Acuden a foudres y toneles usados, sin recetas, pues quieren crear vinos “de una manera especial”.

Todo comienza con la vendimia, que la realizan en un cien por ciento de manera manual, con eso buscan garantizar la máxima calidad. Son parcelarios, elaboran por parcelas, sin importan la cantidad de vinos que pueda dar esa cosecha. “Si eso es lo que nos da la tierra, nosotros lo embotellamos”, es una de las máximas que recogimos. Las uvas son estrujadas con los pies, a la antigua usanza, una forma tradicional y artesanal, pero que según los datos que manejan ayuda a evitar la rotura de las pepitas que darían notas amargas.

A la hora de llevar los vinos a la boca considerando todos esos detalles nos encontramos con productos que salen fuera de nuestro gusto habitual influenciado por la “malbenización” que menciona Oliver Gayet sobre la tendencia en nuestro mercado. Además, apelan a una categorización que deja de lado el habitual esquema de varietal, reserva, gran reserva. Está el vino Regional, el Vino del Pueblo V1, el Vino de Viñas Clasificadas V2 y el Vino de Viñas Viejas V3 (Grand Cru).

Comenzamos degustando el Botijo Blanco, garnacha blanca y el Botijo Rojo también de garnacha, ambos del nivel Regional. Seguimos con el Microcósmico Macabeo y el Microcósmico Garnacha, blanco y tinto respectivamente que son una auténtica expresión de dichas variedades, Vino del Pueblo. Seguidamente nos adentramos en el V1 con Telescópico, un ensamblaje de garnacha tinta, garnacha peluda y mazuela, fermentado en cemento, pero criado en foudres y el Supersónico, ensamblaje de garnacha tinta y macabeo con paso también por cemento y foudres.

Finalmente llegamos hasta el nivel V2 con Frontonio, blanco, ensamblaje de garnacha blanca y macabeo, fermentado en toneles y el Frontonio, garnacha tinta y macabeo con crianza en botellas durante 14 meses. Con las dos últimas etiquetas, de la sorpresa pasamos a la admiración. El blanco es dueño de una acidez muy equilibrada y con una textura cremosa que lo convierte en un ejemplar único. El tinto fresco, de cuerpo ligero de una finura especial y con taninos en terciopelo.

Todos los vinos que degustamos nos sacaron de esa zona de confort donde los tintos nos envuelven en texturas con más cuerpo y más estructurados, con una notoria presencia de madera. Los vinos de Frontonio son vinos frescos, ligeros, pero muy finos y delicados con otros perfiles aromáticos pero muy placenteros y fáciles de tomar. Nos muestran caminos diferentes, aquellos a los que está acostumbrada a transitar La Sacristía, para beneplácito de sus clientes que así pueden andar por nuevos caminos en el mundo del vino.

 

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