La pandemia de corona virus hizo desaparecer a muchos negocios gastronómicos, numerosos proyectos quedaron truncados, pero al mismo tiempo fue motivo para el desarrollo de la capacidad de reinvención y para aguzar el ingenio a fin de hacer frente a la adversidad. Desaparecieron grandes y pequeños emprendimientos y otros de igual envergadura surgieron en sus lugares. El Anticuario, es uno de esos tantos ejemplos que va enlazado a la pintoresca historia de Lorilandia.
El Anticuario, es un pequeño barcito, ubicado en Choferes del Chaco y Cerro Corá en el interior del Hotel Ross Char. Como el gran quincho del hotel prácticamente estaba en desuso, Gricelda Inés Chuchi y su primo Lorenzo Armando Arguello decidieron lanzarse a esta aventura gastronómica, aprovechando que la mamá de Lorenzo, es la propietaria del lugar. El quincho es de paja, tiene una barra, instalaciones para la cocina y allí montaron lo que Gricelda llama un «barcito».
El lugar esta decorado con un montón de cosas viejas, antiguas (algunas con valor artístico y otros no), objetos que generalmente sirven para decorar ambientes de años ha, puestos sin un orden específico ni estilo, con la sola intención de que se note sus presencia. Hay de todo, heladeras, televisores, teléfonos, bicicletas, lamparas, chapas de auto vehículos, curiosidades y una larga lista de etcéteras.
Este emprendimiento tiene su explicación, Gricelda y su ex pareja, se dedicaban a comprar y vender antiguedades y objetos viejos en general. Claudio Toledo, que así se llamaba él, (falleció hace poco tiempo) era conocido en el ambiente audiovisual y a menudo, productores y cineastas recurrían a él para obtener materiales y objetos «deco» con los que escenificaban películas y audiovisuales.
El Anticuario es como un homenaje a ese trabajo. Pero también es fruto de una anécdota. A Gricelda no le gustaba mucho curtir la noche y cuando su pareja debía salir de noche con los amigos ella prefería quedarse en casa. Para evitar esta disparidad, Claudio decidió montar un bar en su propia casa, así compartía con los amigos y no dejaba sola a su pareja. Tenía todo para lograr ese objetivo y efectivamente armó un bar en su casa, pero no era para recibir clientes sino sólo a sus amigos. Lo decoró con los objetos que tenía en el depósito, quizás así como está ahora El Anticuario.
Y llamó al lugar ´»Lorilandia», algo así como la tierra del lorito oga. Incluso ese nombre se barajó para el local, en vez del Anticuario. Quedó así además próximamente en el lugar se pondrán a la venta los artículos antiguos que poseen de manera que si algún cliente que concurre al bar, está interesado podrá adquirirlo en ese mismo lugar, como en una casa de venta de antiguedades. «Yo quería abrir un local dónde sus amigos podían ir para recordarle», comentó Gricelda.
La oferta gastronómica de El Anticuario es todavía modesta. Tienen pizzas a la parrilla hechas en el momento, lomitos con pan casero y también próximamente hamburguesas, todo a cargo de una «mini chef», por la baja estatura. Los domingos tienen asado a la parrilla y ese día habilitan para los clientes, la piscina del hotel. En bebidas tiene una ofertas de tragos a cargo del barman Alvaro «quien hace todo un show» y cervezas. Abren de jueves a domingo de 19:00 a 24:00 pero los domingos la actividad comienza a las 10:00. El local tiene un pequeño estacionamiento en el interior, pero siempre hay espacios en la calle adyacente, al costado de Alberdín.
El Anticuario se habilitó ya en noviembre pasado pero con un bajo perfil ya que no tiene carteles ni letreros indicadores del lugar. «Es como clandestino, súper tranquilo, no se sospecha que entras en un local, al principio era todo entre amigos, somos selectivos con nuestros clientes. Ahora empezamos a tener publicad en las redes, no queremos poner un cartel, nosotros habilitamos no inauguramos oficialmente todavía», dice Gricelda. Pero alquilan el local para eventos tipo cumpleaños.