Si bien hoy en día, casi todo es posible. No hay que tomar el título tan literalmente. Aunque la oración tenga mucho de verdadera. Es que tomar un trago no es solo consumirlo. Es disfrutar una experiencia. Ver quién te lo prepara y cómo te lo presenta. Ahí entra Josmar, con su voz descollante, con su formación de cantante y de profesor de inglés, capaz de convencerte hablando y cantando a que te sirvas un trago. Por eso ganó el World Class 2019 y es el mejor bartender del año. Pero esto tiene su historia.
Josmar Jesús Figueras Pinto, 25 años. Nació en Caracas, Venezuela. De chiquito iba a una escuela bilingüe, y mamó el inglés. A los seis años comenzó a cantar en la escuela del pueblo donde se había mudado su familia, en el Estado de Yaracuy. A los 10 años, tuvo a cargo la primera coral y luego ganó varios concursos. Terminado el Liceo (bachillerato) estudió música en el Centro Occidental Lisandro Alvarado, en Barquisimeto.
En el 2014, cuando cursaba el quinto año ganó una beca para estudiar en la prestigiosa Facultad de Música Souza Lima, en San Pablo, Brasil. Cincuenta por ciento nomás era la beca. Y la universidad era privada y muy cara. El 50% restante debía agenciárselo en Venezuela e ingresar el dinero a Brasil, por los medios legales. Comenzado el bolonqui en Venezuela ya no pudo seguir. Pasó a estudiar en la Escuela de Música del Estado de San Pablo “Tom Jobin”. Para sobrevivir, enseñaba inglés, español y aprendió el portugués. Y le venció la visa que le dieron para usufructuar la beca. Tenía que salir de Brasil y volver a ingresar.
Regresar a Venezuela no era una opción y lo más cercano y económico era Paraguay. Así entró en contacto con nuestro país. Conoció a Nelson Reyes, quien también es bartender y le dio la oportunidad de establecerse aquí con la posibilidad de habilitar una escuela de inglés. Le contactó con Eduardo Dinatale y para sobrevivir se empleó como bachero en el bar Mariano Domingo. Así fue su primer contacto con la coctelería, hace aproximadamente dos años. Dinatale, especialista en bares, enseguida lo pasó a la barra y viendo sus dotes para la comunicación, lo puso en el salón. Desde allí pasó a ganar el World Class Paraguay y en septiembre irá a Glasgow, Escocia para participar en el mundial de coctelería. Pero dejemos que él nos cuente el resto de la historia.
“Siempre estuve enamorado de la barra. Aprendí a trabajar en ella, yo miraba mucho desde el salón, preguntaba a mis compañeros y al tener la oportunidad de trabajar empecé a crecer en ella. Así fue que me vieron diversas barras de la ciudad, y así llegué a este lugar» (The Brooklyn Hotel).
¿Llegaste por necesidad o porque te enamoraste del trabajo?
Siempre estuve dispuesto a trabajar con personas, me gusta enseñar, me gusta comunicar, no me gusta trabajar en algo que no me apasiona. Que sea una necesidad, es secundario, cuando estoy enamorado de lo que hago. Como músico, estaba enamorado por poder transmitir, como profesor de idiomas, lo mejor era comunicar el conocimiento, esto también está cerca de la posibilidad de transmitir algo, de comunicar un mensaje.
Lo mismo me pasaba en la barra, lo que más me gustaba era poder estar en una especie de escenario, donde siempre había estado con la música y donde siempre había estado como profesor. Siempre tienes un espacio donde viene la gente y la oportunidad de compartir con ellos un mensaje propio. Es lo que me mantiene enamorado de esto.
Hoy en día, también trabajo como actor de doblaje, tengo la primera empresa de doblaje latino. Para series, películas, dibujos animados. Lo que me sigue enamorando es el arte de poder trabajar con mi voz. En ocasiones me gusta pensar de mí mismo como artista vocal, a través de la voz puedo hacer varias cosas, cantar, enseñar un idioma, hacerte tomar un rico trago porque te convenzo hablando, es el amor por comunicar lo que me tiene aquí.
En todo eso influye el ritual, antes bastaba con servirte el trago.
Creo que cada vez más, el cliente está aprendiendo a valorar ambas cosas. Una gran parte de tomar una bebida, de considerar buena una bebida, es la experiencia de tomarla. Antes, era simplemente tomar una bebida sin considerar una gran cantidad de factores. Por eso, es que hay una evolución, un cambio, una transformación positiva para el mundo de la coctelería. Hoy, tomarse un cóctel no es solo tomarse un cóctel. Es dónde te lo tomas, a qué huele el lugar, cómo luce, quién te lo trajo y cómo te lo trajo, cómo venía decorado. Todas esas cosas pasan a ser parte de la exigencia de la clientela que no se va a un lugar para tomar un cóctel común. Es parte de lo que busca World Class, elevar el nivel.
¿Qué aprendiste en estos dos años?
Considero que mi aprendizaje es reciente, en general me considero una persona que aprende rápido todo, por eso, una vez que me enamoré de esto, empecé a investigar en internet hasta que no pude más y pregunté todo lo que podía hasta documentarme bien y sentirme en un nivel cómodo como para estar en una barra. Creo que lo que más me gusta del área de la comunicación es que cuando tú cuentas algo, no sólo le cuentas a una persona sino que te lo cuentas a ti mismo y aprendes. Entonces, reafirmas el conocimiento que ya tienes y transmites a alguien nuevo que tal vez no lo tenía. Este ejercicio continuo me permitió estar feliz en una barra y tener confianza.
Decís que te enamoraste de la coctelería, pero ya tenías el amor por el canto y por la enseñanza de idiomas. ¿Qué camino tomarás en tu vida?
Yo no quiero dejar de hacer ninguna de mis pasiones, me encantaría volver a los escenarios solamente a cantar, fue mi primer amor y eso es lo que me hace una personalidad dominante, alguien que quiere estar en un lugar donde es observado. La mayoría de los cantantes tienen un alto ego. Me incluyo. De las profesiones que he ejercido, me gustaría ejercerlas todas individualmente pero también mezclarlas siempre que sea posible. Hoy en día yo continúo cantando, ahora mismo no estoy en ninguna banda en ningún escenario fijo, pero por ejemplo acá hay muchas ocasiones en que si llega alguien y me pide cantar una canción, pongo una pista y canto.
La primera vez que vine a Paraguaya en el 2015 canté una noche en Entrecôte y en estos días estuve en Lo Mejor de la Familia el programa de Telefuturo, pero nada más. Acá no me he dedicado a hacer una carrera en música a pesar de que lo deseo con ansias y justamente porque ahora estoy en un conflicto profesional porque la música se mueve generalmente de noche y de noche yo estoy en la barra, me chocan las profesiones.
¿Qué te falta en tu formación como bartender?
A nivel de coctelería me falta mucho mejorar mi área técnica, muchas de mis técnicas fueron aprendizajes improvisados, creo que tengo la debilidad de no saber pedir ayuda para mejorar mis cosas y eso me perjudicó en el área técnica. Hay muchas destrezas que todavía no tengo por falta de un entorno, por falta de tener a alguien a quien seguir, a quien imitar. Creo que es mi mayor debilidad. En segundo lugar los conocimientos teóricos que tengo sobre mixología, son prácticos, son de prueba y error. Esas son dos de mis cosas a mejorar.
¿Coctelería clásica o coctelería de autor?
Yo son fan de la coctelería clásica, me considero purista al punto de que cuando salgo a otros bares e incluso acá desde el día uno en que llegué encuentro que algunas recetas que de clásicas solo tienen el nombre, y nos los quiero hacer, porque me las estudié clásicas. Me falta muchísimo para aprender pero ese es el pilar que me enamoró de la coctelería. Después que lo clásico se volvió clásico por bueno y la coctelería de autor, es muy divertida, agradable y podría adoptarla en algún momento cuando adquiera mayor conocimiento y experiencia, sentirme cien por ciento cómodo con ella.
¿Cómo ves tu futuro en Paraguay?
Creo que en América del Sur, para un venezolano, considerando la situación de nuestro país, no hay un mejor lugar para estar por la receptividad y por la hospitalidad de los paraguayos. En segundo lugar, por la forma en que Paraguay crece en este momento, tiene todavía muchas cosas por hacer, muchas cosas vírgenes y es útil para mí estar acá. El hecho de estar bien con mi nacionalidad, no sufrir de xenofobia acá, como en la mayoría de los países vecinos.
¿Cómo ves a Venezuela?
Lamentablemente lo veo con ojos de tristeza, es muy lamentable la situación a la que llegamos. También con ojos de incertidumbre, porque no sé lo que pueda llegar a pasar ni cuándo. Han habido ocasiones en los que nos hemos llenado de esperanza a nivel internacional, hemos creído en alguien y los cambios fueron difíciles, la población está dividida, realmente es una situación compleja de entender y de predecir.
¿Volviste, alguna vez?
La primera vez que salí en el 2014, estuve en Brasil, regresé por 20 días para hacer mi visa pero desde febrero de 2014 no he vuelto.
¿Extrañas Venezuela?
Totalmente, desde su comida, gastronomía hasta el abrazo de mi mamá, no ha sido fácil el camino hasta acá. Y aunque me haya desarrollado como persona, como un adulto fuera de Venezuela, sigo siendo por dentro el niño que vivió en Venezuela y que todavía no ha visto a su familia en toda esta cantidad de años. Sí que les extraño, mis abuelas me siguen esperando y ellas le dicen a mi familia que no se van a morir hasta que yo regrese a casa y les dé un beso.