El Día Mundial de la Alimentación se recordó hoy con discursos a favor de erradicar el hambre cero, pero sobre todo con un simbólico acto donde Rodolfo Angenscheidt y la cocinera nivaclé Daniela Benítez cocinaron una receta para el cambio, porque alcanzar ese objetivo requerirá de un cambio en la alimentación, en la agricultura, en la economía. Lástima que a la hora de la demostración todas las autoridades se habían retirado y gran parte del público que asistía.
En la plaza Juan E. O Leary se realizó el acto conmemorativo con participación de la Primera Dama de la Nación, Silvana López Moreira de Abdo Benítez. Hubo discursos de la senadora Blanca Ovelar y el representante de la FAO en nuestro país. Ambos se refirieron al desafío de lograr que haya hambre cero en el 2030 y a las actuales condiciones en que se encuentran nuestros compatriotas en ese sentido.
La senadora Blanca Ovelar señaló que en nuestro país 1.000.000 de personas pasan hambre. Según el Banco de Alimentos, 1.500.000 personas no hace todas las comidas en el día. Ovelar mencionó que 300 mil personas sufren desnutrición en Paraguay y que 40.000 niños nacen cada año en familias carenciadas y que probablemente en sus primeros 1.000 no puedan nutrirse satisfactoriamente como para alcanzar un pleno desarrollo.
El representante de la FAO mencionó que más de 821 millones de personas padecen hambre en el mundo a pesar de que se producen alimentos suficiente para todos. Y recordó que 1.900 millones de personas tienen sobrepeso, de las cuales 600 millones son obesas. Un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo se pierde o se desperdicia. La senadora Ovelar mencionó algunas iniciativas del Gobierno en este sentido como la aprobación de la ley de seguridad alimentaria, la ley que busca la restauración de la agricultura familiar campesina y en un momento dijo que había que dejar las palabras y pasar a la acción.
Terminados los discursos, las autoridades se despidieron, con ellas se fueron sus séquitos y cuando el acto iba a pasar de la palabra a la acción sólo quedaron menos de la mitad de los presentes iniciales. La segunda parte consistió en una clase de cocina que desarrollaron el chef Rodolfo Angenscheidt y Daniela Benítez, líder de una de las comunidades nivaclé asentadas en el río Pilcomayo.
El acto tenía un valor simbólico muy importante. Primero el acercamiento de la gastronomía urbana a la cocina ancestral o popular. La utilización de ingredientes y los productos nativos en la cocina y la elaboración de recetas sanas y nutritivas con el objetivo de alcanzar una alimentación más saludable. Por eso, la receta que prepararon se llamó Receta para el cambio. La cocinera fue Daniela y esta vez Angenscheidt el ayudante y portavoz.
Prepararon un surubí al estilo de alimentación en el asentamiento nivaclé. El surubí fue pescado en el Pilcomayo. Usaron zapalla, choclos, mandiocas, un ají del monte y unas hierbas que tienen un impronunciable nombre en nivaclé con el cual prepararon una ensalada. El arbusto tenía un ligero sabor picante, para nada invasivo y que dejaba una agradable sensación a frescor en la boca.
Un detalle muy importante fue que en la preparación del surubí no utilizaron ningún elemento graso, solo el que provenía del propio pescado. Un poco de agua bastó para que la carne no se adhiera al recipiente. Daniela informó que los nivaclé (es una práctica indígena en general) no utilizan grasa en sus cocciones. “Comemos mal, comemos lo que no debemos y en tiempos que no debemos comer”, dijo enlazando con el informe de que gran parte de las enfermedades que afectan a la población mundial es por mala alimentación.
En algún momento Rodolfo mencionó que se había olvidado del limón y allí Daniela observó que ellos usan una tuna agria para reemplazar a dicho elemento ácido. El menú tenía que completarse con unas batatas cocinadas en ceniza pero Daniela los había olvidado. Los nivaclé siempre cocinan tipo olla popular, así que el plato elaborado fue degustado por los presentes. Después se habilitó en la plaza una feria donde agricultores de varios puntos del país exhibían y vendían sus productos agrícolas. Faltó que alguien redondeara la idea de que una mirada hacia lo ancestral es un gran arma para apuntar al hambre cero.
LOS ORGANIZADORES
La FAO y la Mesa Nacional por el Día Mundial de la Alimentación 2018 compuesto por entes gubernamentales, academia, sector privado y sociedad civil organizaron la actividad “Nuestras acciones son nuestro futuro” con exposición de productos de la Agricultura Familiar, alimentos tradicionales y artesanías de los pueblos indígenas, prácticas sostenibles de producción y conservación de alimentos, información sobre hábitos de salud y nutrición, entre otras actividades.