Comenzó anoche la Expo Vino con un éxito sin precedentes. Como ya se venía anunciando días antes, efectivamente las entradas se agotaron. Esta noche se realiza la segunda jornada en el Talleyrand Costanera y las entradas también están agotadas. Pocos se pueden dar el privilegio de organizar eventos con tal nivel de demanda. Se llegó al colmo de que el valet parking rechazaba trabajo. Hubo también una “multitud” de vinos a la que costó acomodar… en el estómago.
Jamás iríamos a pensar que tendríamos que empezar hablando del público en una Expo Vino que como nunca antes reunió tanta cantidad y calidad de vino. Ya lo decíamos ayer que ésta sería una edición de récords. Se agotaron las 1.500 entradas que se pusieron a la venta para la jornada de anoche. Pero eso no es todo, gran cantidad de personas tuvo que volver porque las entradas se vendieron todas anticipadamente y en el lugar ya no se podían conseguir.
Pero eso no es todo. A cierta hora de la noche había una larga cola de vehículos para llegar. Y cuando uno llegaba hasta el acceso para hacer uso del valet parking, los choferes del servicio se negaban porque ya no había lugar para estacionamiento. Y el que más suerte tenía encontraba un espacio, a 100 metros de distancia, y vimos a mucha gente paqueta hacer el trayecto bajo la pertinaz llovizna y en el suelo húmedo y con barro.
Para la jornada de esta noche, los organizadores recomiendan que las personas que no cuentan con entradas no concurran porque se agotaron y no se consiguen en el lugar del evento. Y no se habilitarán más entradas. Por una cuestión de comodidad para el público se limitó a 1.500 el número de tickets porque eso permite una mejor atención y evita la aglomeración dentro del gran salón. En anteriores ediciones, el máximo de personas que se logró reunir por noche fue de 1.200 personas.
Ahora, dediquémonos a la otra multitud de la Expo. La de los vinos. Se estima extraoficialmente que había más de 300 etiquetas disponibles para degustación. No hay una lista oficial de las botellas expuestas. Pero considerando que se habilitaron 41 tablones fácilmente se redondea esa cifra ya que algunos importadores pusieron a disposición más de 40 diferentes etiquetas. Por supuesto, el vino corría más que el agua.
Hubo una gran exhibición de vinos tintos, de todas las cepas y muchos blends. Vinos de alta gama, algunos íconos. En menor medida tuvieron presencia los blancos y de los rosados “si te visto no me acuerdo”. Al final salimos un poco mareados. No por el consumo sino por la profusión de marcas y calidad. Inútil sería hacer una reseña, es imposible abarcar tanto pero por lo menos realizaremos algunas menciones que se basan en impresiones personales.
Nuestra primera estación fue el stand de Bodega Sottano, donde probamos el cabernet sauvignon, el malbec, ambos Reserva de Familia y el blend de Judas, que era como para vender el alma por 30 monedas. De allí pasamos directo al stand de London Import donde, con los brazos abiertos, nos estaba esperando Tito Zuccardi, con un blend de película. Esperamos tener un reencuentro con Nina, pero no pudo ser y postergamos la cita con Emma. Nos entretuvimos luego animadamente con Valduero y con Viñas Cobos.
A estas alturas ya habíamos pasado lejos, los niveles permitidos por los controles de alcotest. Bajamos varios cambios y nos dedicamos a observar a los que aún estaban en condiciones e. Lo primero que se nos antojó fue que esta vez la cantidad de mujeres no duplicaba a los varones. Había algo así como un empate técnico, a diferencia de años anteriores en los que las féminas hicieron una gran irrupción en la Expo Vino. Notamos mucha gente joven, de entre 20 y 30 años y gran participación de cincuentones para arriba. En todos los tablones hubo febril actividad, en ninguno más que otro, lo cual nos lleva a la conclusión que hubo gran interés por todas las etiquetas.