La obtención de la medalla de plata en la Copa del Mundo de la Pastelería para las Américas constituye uno de los logros históricos de la gastronomía nacional y tiene un sabor casi heroico teniendo en cuenta que Paraguay no tenía ninguna experiencia en competencias internacionales ni siquiera torneos locales donde los profesionales pudieran medir su capacidad.
El 23 de octubre pasado decíamos a través de esta página que era Una Misión Imposible para la pastelería local pretender llegar a la final de la Copa del Mundo de la Pastelería. Con la aclaración de que una Misión Imposible no es aquella que no se pueda realizar, sino aquella que es tan difícil que casi es irrealizable. Y las chicas del equipo paraguayo lograron lo irrealizable.
El logro de la selección paraguaya de pastelería se ubica, en nuestra historia gastronómica, a la par que los integrantes del equipo de asadores Barbakua, que se clasificaron en el undécimo lugar en el último mundial del asado y también al nivel del puesto 46 que el restaurante Tierra Colorada de Rodolfo Angenscheidt entre los mejores restaurantes de América Latina.
Pero el capítulo de esta Misión Imposible aún no termina, sino que continúa con la final de la Copa del Mundo de la Pastelería que se realizará en setiembre próximo, en la ciudad de Lyon, Francia. Esta vez con la participación de los finalistas de los otros continentes, conjuntamente con Argentina y Colombia, que fueron campeones y terceros, respectivamente de la final americana.
“Somos un cero a la izquierda. Paraguay es un perfecto desconocido en el ámbito internacional de la pastelería”, nos había dicho Rosa Bella Estigarribia, la capitana del equipo paraguayo. Se comenzó de cero y casi ya se llegó a la cúspide. No existe antecedentes de participación paraguaya en competencias internacionales. En materia local, la única experiencia de este tipo lo daba el Campeonato Nacional de Tortas, que cada año solía organizar la empresa Copalsa.
Eso sí, existen profesionales de gran valía, como por ejemplo Johana Borgognon y Chiara Pederzani que integran la selección junto a Giovana Pederzani. Ambas son poseedoras de una formación, nacional e internacional que las acreditan como profesionales de envidiable valía. Aún así el equipo tuvo actualizarse y capacitarse para estas lides. Practicaron y se entrenaron durante meses incluyendo viajes de especialización a otros países.
Ahora deberán enfrentarse a nuevos desafíos. La final del campeonato mundial incluye pruebas con esculturas en caramelos y hielo, especialidades desconocidas en nuestro país y que también deberán dominar las integrantes del equipo nacional, pero ya se acostumbraron a eso. A modo de comparación podemos decir que los equipos que ya conquistaron el título de la Copa Mundial de la Pastelería, como Japón, Alemania, Francia y otros entrenan durante seis meses, en turno de mañana y tarde.
Las paraguayas también entrenan, para este último campeonato lo hicieron una vez por semana. Es que los entrenamientos deben concretarlos en medio de sus responsabilidades laborales y no cuentan con el respaldo económico financiero para dedicarse exclusivamente a la preparación con vista a la competencia. Pero ellas saben que van a otra Misión Imposible.